La mañana del sábado 5 de agosto, el Papa Francisco viajó por helicóptero hacia Fátima, donde a las 9:30 hrs., además de saludar a la Santísima Virgen María, ante su imagen presidió la oración del santo Rosario en compañía de los Jóvenes Enfermos, en la capilla de las Apariciones del Santuario de Nuestra Señora de Fátima, en aquella región en que se manifestó a los santos hermanitos Jacinta y Francisco Marto y la Venerable Hermana Lucia Dos Santos o Sor María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado, nombre que asumió tras su profesión como religiosa de la Orden de las Carmelitas Descalzas, prima de aquellos y quien vivió hasta los 97 años de edad (febrero de 2005), a fin de poder difundir el mensaje de conversión al que nos exhorta la Santa Madre de Dios (Fuentes: Vaticano, SPSS, Vatican Media, Vatican News, JMJ 2023 y Dicasterio para la Comunicación).

Cerca de 200 mil peregrinos lo esperaban en aquel santuario, que ya había visitado en año 2017 y que ahora en su 42º Viaje Apostólico del Papa Francisco, con motivo de la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud, visitó nuevamente. En su discurso tras el rezo del Rosario destacó que María nunca se presenta como protagonista, Ella no dirige la atención hacia sí misma, sino que nos orienta a todos a poner la mirada en Jesús, lo cual Su Santidad Francisco resumió en la frase evangélica de santa María durante las bodas de Canaán “Hagan lo que Él les diga’, sigan a Jesús” destacó el Obispo de Roma.

Además agregó “Amigos, Jesús nos ama hasta tal punto de identificarse con nosotros, y nos pide que colaboremos con Él, y María nos señala esto que nos pide Jesús, caminar en la vida colaborando con Él”

Durante este Rosario el Papa hizo latente su deseo de Paz en el mundo y el cese de conflictos como el de Ucrania.

Discurso del Santo Padre durante el Rezo del Rosario con los jóvenes enfermos, en la Capilla de las Apariciones del Santuario de Nuestra Señora de Fátima:

“Queridas hermanas y hermanos: Bom dia!

Gracias, Mons. Ornelas, por sus palabras y gracias a todos ustedes por la presencia y la oración. Hemos rezado el Rosario, una oración bella y llena de vida, porque nos pone en contacto con la vida de Jesús y de María. Y hemos meditado los misterios gozosos, que nos recuerdan que la Iglesia puede solamente ser un hogar lleno de gozo. La pequeña capilla en la que nos encontramos es como una hermosa imagen de la Iglesia: acogedora, sin puertas. La Iglesia no tiene puertas, para que todos puedan entrar. Y aquí también podemos insistir en que todos puedan entrar, porque esta es la casa de la Madre, y una madre siempre tiene el corazón abierto para todos sus hijos, todos, todos, todos, sin exclusión.

Viaje apostólico a Portugal: Rezo del Rosario

 con los jóvenes enfermos

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Y estamos aquí, bajo la mirada maternal de María, estamos aquí como Iglesia, Iglesia Madre. Y la peregrinación es un rasgo mariano, porque la primera en hacer una peregrinación después de la anunciación de Jesús fue María. Apenas se enteró que su prima estaba embarazada, ya muy mayor la prima, salió corriendo. Es una traducción un poco libre, pero el Evangelio dice, ‘salió con apuro’, nosotros diríamos, salió corriendo, salió corriendo con ese afán de ayudar, de estar presente.

Hay tantas advocaciones de María, pero una que podemos decir, también pensando, es esta: la Virgen que sale corriendo, cada vez que hay un problema, cada vez que la invocamos, no tarda, viene, se apura, ‘Nuestra Señora apurada’, ¿les gusta eso? Lo digamos todos juntos: Nuestra Señora apurada. Se apura para estar cerca de nosotros, se apura porque es Madre. ‘Apressada’, en portugués se dice: apressada -me dice Mons. Ornelas-, Nuestra Señora apressada. Y así acompaña la vida de Jesús, y no se esconde después de la Resurrección, acompaña a los discípulos, esperando el Espíritu Santo, y acompaña a la Iglesia que empieza a crecer después de Pentecostés. Nuestra Señora apressada y Nuestra Señora que acompaña, siempre acompaña. ¡Nunca es protagonista! El gesto de María Madre de acoger es doble, primero acoge y después señala a Jesús. María en su vida no hace otra cosa que señalar a Jesús. ‘Hagan lo que Él les diga’, sigan a Jesús.

Estos son los dos gestos de María, pensémoslo bien: nos acoge a todos y señala a Jesús, y esto lo hace un poco apurada, apressada. Nuestra Señora apressada, que nos acoge a todos y nos señala a Jesús. Y cada vez que venimos aquí, recordamos esto: María aquí se hizo presente de una manera especial, para que la incredulidad de tantos corazones se abriera a Jesús, con su presencia nos señala a Jesús, siempre señala a Jesús. Y hoy está aquí entre nosotros, está siempre entre nosotros, pero hoy la sentimos mucho más cerca. María apurada.

Amigos, Jesús nos ama hasta tal punto de identificarse con nosotros, y nos pide que colaboremos con Él, y María nos señala esto que nos pide Jesús, caminar en la vida colaborando con Él. Quisiera que hoy miremos la imagen de María, y cada uno piense: ¿qué me dice María como Madre?, ¿qué me está señalando con el dedo? Nos señala a Jesús, a veces nos señala también alguna cosita que en el corazón no funciona bien, pero siempre señala. Madre, ¿qué me estás señalando a mí? Hagamos un pequeño instante de silencio, y cada uno en su corazón diga: Madre, ¿qué me estás señalando a mí? ¿Qué hay en mi vida que te preocupa? ¿Qué hay en mi vida que te conmueve? ¿Qué hay en mi vida que te interesa? Y tú lo señalas. Y ahí nos señala el corazón para que Jesús venga, y así como a nosotros nos señala a Jesús, a Jesús le señala el corazón de cada uno de nosotros.

Queridos hermanos, sintamos hoy esa presencia de María Madre, la Madre que siempre dirá ‘hagan lo que Jesús les diga’. Nos señala a Jesús, pero la Madre que le dice a Jesús: hacé lo que éste te está pidiendo. Esa es María. Esa es nuestra Madre, Nuestra Señora apressada para estar cerca de nosotros, que ella nos bendiga a todos. Amén.”