Los medios salesianos han dado a conocer que tras haber transcurrido 5 meses de letal terremoto que asoló a Turquía y Siria -6 de febrero de 2024-, en esta segunda nación persisten las condiciones precarias, pues este fenómeno natural vino a trastocar aún más la delicada situación que cerca de 12 años de combates y enfrentamientos entre el gobierno y los grupos insurgentes, además con la intervención de fuerzas extranjeras.

Los salesianos de la comunidad de Alepo Don Bosco que dirige el padre Mario Murru, recibió de golpe en la madrugada de aque 6 de febrero, a cerca de 300 personas, y al poco tiempo alcanzaron la suma de  500 refugiados, a quienes se les  prestó -y continúa prestando- atención proporcionando ropa, comida, oración apoyo psicológico y educativo, los salesianos hacen esto con ayuda de  los jóvenes que asisten y frecuentan la obra, con ellos  se organizaron actividades lúdicas, educativas, y se gestionó la colaboración de los mismos damnificados. Nadie esperaba que otro sismo acudiera el país además de las fuertes réplicas que habían dejado todo en ruinas, pero los salesianos alcanzaron la cifra de 800 personas albergadas en el recinto tras el movimiento telúrico del 21 de febrero.

Los chicos y chicas que participan frecuentemente los campamentos juveniles de los salesianos se trasformaron en protagonistas y gestores de la ayuda humanitaria de sus hermanos en desgracia.

Ante este escenario los Salesianos de Alepo, han y continúan brindado apoyo que ofrecen a los pobladores y especial a las niñas, niñas, adolescentes y jóvenes afectados así como sus familias,

Estas son las palabras del misionero salesiano Rev. p. y Alejandro León originario de Venezuela “

La emergencia puso a prueba, una vez más, a la población de Siria, que demostró su solidaridad en “Una frase me hizo reflexionar cuando entré en una reunión formativa de un grupo de adolescentes de 15 y 16 años. No sé cuál era el argumento que estaban tratando, pero una chica dijo: ‘Aquí nos han enseñado a ver nuestro vaso medio lleno y no medio vacío… El problema es que nuestro vaso no está sólo vacío, está roto.

La frase puede parecer exagerada, o un desahogo después de la experiencia del terremoto. No estoy de acuerdo con ella, pero hay algo que me lleva a pensar y ver con empatía la situación existencial de estos jóvenes (…)

Son jóvenes que no tiene ningún recuerdo vital que no tenga como contexto la guerra; han vivido durante años sin electricidad, sin agua, con escasez de comida y combustible; vivieron en una ciudad asediada; preocupados por los ataques con armas químicas o simplemente de misiles; todos lloran a algún familiar muerto durante la guerra; viven en una constante depresión económica (años de guerra, sanciones internacionales, la explosión en el puerto de Beirut y la quiebra de la banca libanesa); han vivido epidemias de cólera y la del Covid-19… y ahora un gran terremoto y otros seísmos, al menos cuatro, que superaron los 6 puntos en la escala Richter

 Ante el apoyo que brindan los jóvenes que frecuentan la obra el padre comenta: “Era conmovedor ver el respeto, que los adultos daban a los jóvenes… No por ser autoridad nombrada, sino por la autoridad moral ganada con el generoso servicio prestado.

El amor ha hecho superar barreras que ninguno se podría imaginar. Por amor a los hijos, por amor a los padres, por amor a los amigos, por amor a Dios… En un momento en que no había razones para esperar nada… Se encontraron personas por quién luchar con esperanza y todos, ricos y pobres se convirtieron en necesitados y compartieron lo que tenían (…) reconozco que, efectivamente la Casa de Dios protegió a muchos no sólo de los movimientos sísmicos, sino sobre todo de la soledad y de la desesperación a través de la celebración de la eucaristía -cada mañana- y del santo Rosario en la noche”,

La gente permanece en la obra de Don Bosco por la seguridad que brinda, lo cual no se lograría sin las muchas personas bienhechoras que les apoyan. De acuerdo a Misiones Salesianas el Padre Inspector de Medio Oriente ha hecho extensivo su saludo y agradecimiento a quienes de buena voluntad ayudan en este sentido.

(Fuentes: ANS y Misiones Salesianas)