Ha concluido la CUARESMA, pero aún continuamos ‘DE CAMINO A LA PASCUA’, hoy 2 de Abril iniciamos la Semana Santa y en este Domingo de Ramos, día en que recordamos tanto la Pasión de Jesús como su entrada triunfal a Jerusalén, con la procesión de los ramos o palmas; este día es la antesala del Triduo Pascual que celebraremos a partir del Jueves Santo (día de la ceremonia del santo Crisma o Misa Crismal, el lavatorio de Pies y de la Institución de la Eucaristía) para continuar con la conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesús a ser recordadas el Viernes Santo (Ceremonia del Santa Cruz, Vía Crucis, Procesión del Silencio y viernes Penitencial), mas con la gran expectativa, todo esto nos prepara para festejar el Sábado Santo día de Vigilia Pascual, mismo que se extiende al Domingo 9 de marzo, en que se celebraremos la Fiesta de todas las fiestas, la más importante de nuestra Fe: la Gloriosa Pascua de Resurrección de Jesús nuestro Salvador.

Ahora nos disponemos a recibir con humildad a Jesús en nuestros corazones, recordando lo que se dijo de Él en el Evangelio de Mateo “He aquí, a ti viene tu rey, manso”(Mt, 21,5) -que hace alusión al libro del profeta Zacarías ‘Pues tu rey viene hacia ti; Él es santo y victorioso, humilde, y va montado sobre un burro’(Zc 9,9) -.

Esta Semana que se nos invita a exaltar la voluntad Divina del amor universal que inviste a todo hombre, a toda nación, a todo ser viviente y que excluye toda forma de violencia y opresión.

Por lo anterior, debemos orar por la paz, por el cuidado de la casa común, tratando asumir un compromiso personal y familiar ante la crisis socio-ambiental, estamos en la tarea de procurar acciones para curar las heridas hechas a los demás, y al mundo entero... pues nuestro destino es resucitar con Jesús.

No dejemos de orar por la Paz en Ucrania, por los migrantes fallecidos en Ciudad Juárez, por la víctimas de los terremotos ocurridos en Turquía y Siria, por la victimas del consumo de sustancias prohibidas, o de la violencia y el crimen… es decir tenemos mucho porque trabajar, y haciendo bien nuestra labor cotidiana de evitar el maltrato y abuso en el hogar, o el consumismo y desperdicio; pongámonos a limpiar nuestros hogares, a reciclar nuestros desechos, cuidar el agua, ayudar al prójimo con alimentos o ropa, o procurar a nuestros semejantes... lleguemos al grado de proponer políticas de bien común y acciones que dignifiquen a cada persona, respetando y promoviendo sus derechos humanos... así es que empezaremos a vivir coherentemente el regalo que Jesús nos lego con su pasión: La salvación y liberación de la muerte y del pecado, para ser hijos de Dios. Como Don Bosco le hubiera gustado.

 

02/04/2023

“He aquí, a ti viene tu rey, manso.”

(Mt 21,5)

LA SEMANA DE LA PASIÓN. Los pasos del viaje de Jesús llegan finalmente a Jerusalén. En la ciudad santa proclamará de palabra y de obra, con su vida y su muerte, la voluntad del Padre para los hombres. Una voluntad de amor universal que inviste a todo hombre, a toda nación, a todo ser viviente. Una que excluya toda forma de violencia y opresión. Eso restablece el plan primordial de un Dios que ama a todo lo que llama continuamente a la vida.

ESTA SEMANA SEGUIMOS LOS PASOS DE JESÚS HASTA LA CRUZ, DONDE TOMA SOBRE SÍ LA CARGA DE NUESTROS PECADOS.

03/04/2023

“Déjalo estar”.

(Jn 12:7)

¿Con qué aceite ungiremos la cabeza y los pies de Jesús? ¿Qué acciones y pensamientos de paz y reconciliación serán un bálsamo para el pecado del mundo de hoy?

04/04/2023

“Uno de ustedes me traicionará.”

 (Jn 13:21)

El pacto entre el hombre y la creación ha sido traicionado, la humanidad ha roto el acuerdo y está pagando las consecuencias, pero no se da cuenta. Reconstruir este pacto traicionado es nuestra tarea. ¡Ayudémonos mutuamente en esto!

05/04/2023

“Tú lo has dicho.”

(Mt 26, 25)

"Rabino, ¿soy yo?" Preguntémonos: ¿qué responsabilidad tiene cada uno de nosotros en la crisis socioambiental en la que estamos inmersos? ¿Qué podemos hacer a partir de hoy?

06/04/2023

“¿Entiendes lo que he hecho por ti?”

(Jn 13:12)

Participemos en el servicio del lavatorio de los pies e intentemos comprender de nuevo lo que Jesús hizo por nosotros. ¿Se ha aligerado nuestra huella en este viaje? De vuelta a casa, hagamos como Jesús. Lavémonos los pies unos a otros, signo y promesa de una huella cada vez más ligera.

07/04/2023

“Contemplad al hombre.”

(Jn 19:5)

¿Es Él la salvación que buscamos? Del sufrimiento del mundo se generará la redención, de las heridas se generará la paz: sólo a través de Jesús podemos entender esto y dar sentido al dolor.

08/04/2023

“Ha resucitado.”

(Mt 28, 6)

Casi hemos llegado al final de nuestro viaje: ¿nos sentimos menos pesados? ¿Hemos aligerado nuestra huella? Preparémonos, toda la creación resucitará con Cristo, ¡si realmente lo deseamos!

 

Liturgia del Domingo de Ramos e inicio de la Semana donde recordamos pasión de Jesús camino a la Pascua

 

Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén Misa con Procesión o entrada solemne

1. En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor a Jerusalén para consumar su Misterio Pascual. Por lo tanto en todas las Misas se conmemora esta entrada del Señor mediante una procesión o una entrada solemne, antes de la Misa principal, y por medio de una entrada sencilla antes de las demás Misas. Pero puede repetirse la entrada solemne (no la procesión), antes de algunas otras Misas que se celebren con gran asistencia del Pueblo.

2. Conviene que donde no pueda hacerse ni procesión ni entrada solemne, se tenga una celebración de la Palabra de Dios, sobre la entrada mesiánica y la Pasión del Señor, ya sea el sábado por la tarde o ya sea el domingo a una hora oportuna.

Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén Primera forma: Procesión

2. A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún otro lugar adecuado, fuera de la iglesia hacia la cual va a dirigirse la procesión. Los fieles llevan sus ramos en las manos.

3. El sacerdote y el diácono, revestidos con las vestiduras rojas requeridas para la Misa, acompañados por los otros ministros, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado. El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará después de la procesión, y se pondrá la casulla.

4. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro cántico adecuado:

Antífona Mt 21, 9

Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en el cielo.

5. Enseguida el sacerdote y los fieles se santiguan mientras el sacerdote dice: "En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". Después el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una breve monición para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día:

Puede hacerlo con éstas o semejantes palabras.

Queridos hermanos: Después de haber preparado nuestros corazones desde el principio de Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual del Misterio Pascual, es decir, de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con su entrada en Jerusalén, su ciudad. Por eso, recordando con toda fe y devoción esta entrada salvadora, sigamos al Señor, para que participando de su cruz, tengamos parte con Él en su resurrección y su vida.

6. Después de esta monición, el sacerdote, teniendo extendidas las manos, dice una de las dos oraciones siguientes:
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición † estos ramos, para que, quienes acompañamos jubilosos a Cristo Rey, podamos llegar, por él, a la Jerusalén del cielo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

O bien:

Aumenta, Señor Dios, la fe de los que esperan en ti y escucha con bondad las súplicas de quienes te invocan, para que, al presentar hoy nuestros ramos a Cristo victorioso, demos para ti en él frutos de buenas obras. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Y en silencio, rocía los ramos con agua bendita.

7. Enseguida el diácono, o en su ausencia el sacerdote, proclama del modo acostumbrado el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según alguno de los cuatro evangelistas. Si es oportuno se usa el incienso.

Evangelio (Ciclo A)

Bendito el que viene en nombre del Señor

Del santo Evangelio según san Mateo: 21, 1-11

Cuando se aproximaban ya a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, envió Jesús a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán amarrada una burra y un burrito con ella; desátenlos y tráiganmelos. Si alguien les pregunta algo, díganle que el Señor los necesita y enseguida los devolverá".

Esto sucedió para que se cumplieran las palabras del profeta: Díganle a la hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, apacible y montado en un burro, en un burrito, hijo de animal de yugo.

Fueron, pues, los discípulos e hicieron lo que Jesús les había encargado y trajeron consigo la burra y el burrito. Luego pusieron sobre ellos sus mantos y Jesús se sentó encima. La gente, muy numerosa, extendía sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de los árboles y las tendían a su paso. Los que iban delante de él y los que lo seguían gritaban: "¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!" Al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. Unos decían: "¿Quién es éste?". Y la gente respondía: "Éste es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea".

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

8. Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar la procesión, el celebrante u otro ministro idóneo puede hacer una exhortación con estas palabras u otras parecidas:

Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros, con júbilo, al Señor.

9. y se inicia la procesión hacia el templo donde va a celebrarse la misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en el cual habrá puesto incienso previamente; enseguida, un ministro con la cruz adornada y, a su lado, dos acólitos con velas encendidas. Sigue luego el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los siguientes cánticos u otros apropiados.

ANTÍFONA I

Los niños hebreos, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, clamando: "Hosanna en el cielo".

Si se cree conveniente, puede alternarse esta Antífona con los versículos del salmo 23.

SALMO 23

Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre los ríos.

Repetir la antífona.

¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.

Repetir la antífona.

Ése obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Ésta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob.

Repetir la antífona.

¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria!

Repetir la antífona.

Y ¿quién es el rey de la gloria? Es el Señor, fuerte y poderoso, el Señor, poderoso en la batalla.

Repetir la antífona.

¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria!

Repetir la antífona.

Y ¿quién es el rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos, es el rey de la gloria.

Repetir la antífona.

ANTÍFONA II

Los niños hebreos extendían sus mantos por el camino y clamaban: "Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor".

Si se cree conveniente, puede alternarse esta Antífona con los versículos del salmo 46.

SALMO 46

Aplaudan, pueblos todos; aclamen al Señor, de gozo llenos; que el Señor, el Altísimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo.

Repetir la antífona.

Fue él quien nos puso por encima de todas las naciones y los pueblos, al elegimos como herencia suya, orgullo de Jacob, su predilecto.

Repetir la antífona.

Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono. Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.

Repetir la antífona.

Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos. Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo. ç

Repetir la antífona.

Los jefes de los pueblos se han reunido con el pueblo de Dios, Dios de Abraham, porque de Dios son los grandes de la tierra. Por encima de todo Dios está.

HIMNO A CRISTO REY

Coro:

Gloria, alabanza y honor, a ti Cristo rey, redentor; a quien infantil cortejo entonó piadoso Hosanna.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor ...

Coro:

Tú eres el rey de Israel, prole ínclita de David, rey bendito, que vienes en el nombre del Señor.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor ...

Coro:

Toda la corte celestial te alaba en las alturas, y el hombre mortal, con todas las creaturas.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor ...

Coro

El pueblo hebreo salió con palmas a tu encuentro; nosotros con preces, votos e himnos venimos a ti.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor ...

Coro:

Aquellos cuando ibas a padecer te tributaban loores; nosotros ahora que reinas, te ofrecemos nuestro canto.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor ...

Coro:

Aquellos te agradaron, que te agrade también nuestra devoción: ¡Rey bueno, rey clemente, a quien agrada todo lo bueno!

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor ...

O bien:

HIMNO A CRISTO REY

Que viva mi Cristo, que viva mi Rey

que impere doquiera triunfante su ley.

Viva Cristo Rey, Viva Cristo Rey.

Mexicanos un Padre tenemos,

que nos dio de la patria la unión.

A ese Padre gozosos cantemos,

empuñando con fe su pendón.

Demos gracias al Padre que ha hecho

que tengamos de herencia la luz

y al darnos vida en el Reino

que su Hijo nos dio por la cruz.

Dios le dio el poder, la victoria.

Pueblos todos, venid y alabad

a este Rey de los cielos y tierra,

en quien sólo tenemos la paz.

Rey eterno, Rey universal,

en quien todo ya se restauró,

te rogamos que todos los pueblos

sean unidos en un solo amor.

10. Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro cántico alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén:

RESPONSORIO

R. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los niños hebreos, anunciando con anticipación la resurrección del Señor de la vida,* con palmas en las manos, clamaban: Hosanna en el cielo.

V. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su encuentro.

R. Con palmas en las manos, clamaban: Hosanna en el cielo.

11. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede (se quita la capa pluvial, si la usó, y se pone la casulla) y, omitidos los demás ritos iniciales de la Misa, incluso el Señor, ten piedad, da fin a la procesión diciendo la oración colecta y prosigue la misa de la manera acostumbrada.

II. Segunda forma: Entrada solemne

12. Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro del templo por medio de una entrada solemne, antes de la misa principal.

13. Los fieles se reúnen ante la puerta de la iglesia, o bien, dentro de la misma iglesia, llevando los ramos en la mano. El sacerdote, los ministros y algunos de los fieles, van a algún sitio adecuado de la iglesia. fuera del presbiterio, en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al menos por la mayor parte de la asamblea.

14. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta la antífona "Hosanna al Hijo de David" (n. 4) o algún otro cántico adecuado. Después se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se indicó en los nn. 5-7. Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio a través del templo, acompañado por los ministros y por algunos fieles, mientras se canta el responsorio "Al entrar el Señor" (n. 10), u otro cántico apropiado.

15. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la sede y, omitidos los ritos iniciales de la Misa, incluso el Señor, ten piedad, si es oportuno, dice la colecta de la Misa, que prosigue luego de la manera acostumbrada.

III. Tercera forma: Entrada sencilla

16. En todas las demás misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne, se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada sencilla.

17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la Antífona de entrada con su salmo u otro cántico sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia, va a la sede y saluda al pueblo. Luego sigue la misa de la manera acostumbrada. En las demás misas en que no es posible cantar la antífona de entrada, el sacerdote, después de llegar al altar y de haber hecho la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la Antífona de entrada y prosigue la misa de la manera acostumbrada.

18. ANTÍFONA DE ENTRADA Jn 12,1.12-13

Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró en Jerusalén, salieron los niños a su encuentro llevando en sus manos ramos de palmera aclamaban con fuete voz: * Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia. (Sal 23, 9-10)

Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria. Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.

Cuando no se puede hacer ni la procesión, ni la entrada solemne, es conveniente hacer una celebración de la palabra de Dios, acerca de la entrada mesiánica y de la Pasión del Señor, ya sea el sábado en la tarde, o bien el domingo, a la hora más oportuna.

 

La Misa

19. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta.

 

LITURGIA DE LA PALABRA

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

21. Se lee la historia de la Pasión del Señor. No se llevan ciriales ni incienso, ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace un diácono o, en su defecto, el sacerdote. Puede también ser hecha por lectores, reservando al sacerdote, si es posible, la parte correspondiente a Cristo.

Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio.

22. Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía. También se puede guardar un momento de silencio. Terminada la lectura, se dice, Palabra del Señor, pero se omite el beso al libro.

PRIMERA LECTURA

No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.

Del libro del profeta Isaías: 50, 4-7

En aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero

el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24.

R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre".

R/.

Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos.

R/.

Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado.

R/.

Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de Israel.

R/.

SEGUNDA LECTURA

Cristo se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó.

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses: 2, 6-11

Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Flp 2, 8-9

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.

EVANGELIO

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo: 26, 14-27, 66

(La señal de cruz †, se refiere a Cristo; la C, al cronista, y la S, a la sinagoga).

C En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo:

 “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?".

C Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:

S "¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”

C Él respondió:

"Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa".

C Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les dijo:

"Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme".

C Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno:

S 'Acaso soy yo, Señor?".

C El respondió:

"El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido".

C Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

S "¿Acaso soy yo, Maestro?".

C Jesús le respondió:

"Tú lo has dicho".

C Durante la cena, Jesús tomó un pan, y pronunciada la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

"Tomen y coman. Éste es mi Cuerpo".

C Luego tomó en sus manos una copa de vino, y pronunciada la acción de gracias, la pasó a sus discípulos, diciendo:
"Beban todos de ella, porque ésta es mi Sangre, Sangre de la nueva alianza, que será derramada por todos, para el perdón de los pecados. Les digo que ya no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre".

C Después de haber cantado el himno, salieron hacia el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:

"Todos ustedes se van a escandalizar de mi esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea".

C Entonces Pedro le replicó:

S "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré".

C Jesús le dijo:

"Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces".

C Pedro le replicó:

S "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".

 Y lo mismo dijeron todos los discípulos: Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a los discípulos:
"Quédense aquí mientras yo voy a orar más allá".

C Se llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo:

"Mi alma está llena de una tristeza mortal. Quédense aquí y velen conmigo".

C Avanzó unos pasos más, se postró rostro en tierra y comenzó a orar, diciendo:

"Padre mío, si es posible, que pase de mi este cáliz; pero que no se haga como yo quiero, sino como quieres tú".

C Volvió entonces a donde estaban los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:

"¿No han podido velar conmigo ni una hora? Velen y oren, para no caer en la tentación, porque el espíritu está pronto, pero la carne es débil".

C Y alejándose de nuevo, se puso a orar, diciendo:

 "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".

C Después volvió y encontró a sus discípulos otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño. Los dejó y se fue a orar de nuevo, por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Después de esto, volvió a donde estaban los discípulos y les dijo:

"Duerman ya y descansen. He aquí que llega la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está aquí el que me va a entregar".

C Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó Judas, uno de los Doce, seguido de una chusma numerosa con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que lo iba a entregar les había dado esta señal:

S "Aquel a quien yo le dé un beso, ése es. Aprehéndanlo

C Al instante se acercó a Jesús y le dijo:

S "¡Buenas noches, Maestro!".

C Y lo besó. Jesús le dijo:

"Amigo, ¿es esto a lo que has venido?".

C Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo apresaron. Uno de los que estaban con Jesús, sacó la espada, hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó una oreja. Le dijo entonces Jesús:

"Vuelve la espada a su lugar, pues quien usa la espada, a espada morirá. ¿No crees que si yo se lo pidiera a mi Padre, él pondría ahora mismo a mi disposición más de doce legiones de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras, que dicen que así debe suceder?”.

C Enseguida dijo Jesús a aquella chusma:

"¿Han salido ustedes a apresarme como a un bandido, con espadas y palos? Todos los días yo enseñaba, sentado en el templo, y no me aprehendieron. Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran las predicciones de los profetas".

C Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que aprehendieron a Jesús lo llevaron a la casa del sumo sacerdote Caifás, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos. Pedro los fue siguiendo de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y todo el sanedrín andaban buscando un falso testimonio contra Jesús, con ánimo de darle muerte; pero no lo encontraron, aunque se presentaron muchos testigos falsos.

Al fin llegaron dos, que dijeron:

S "Éste dijo: 'Puedo derribar el templo de Dios y reconstruirlo en tres días'".

C Entonces el sumo sacerdote se levantó y le dijo:

S "¿No respondes nada a lo que éstos atestiguan en contra tuya?".

C Como Jesús callaba, el sumo sacerdote le dijo:

S "Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".

C Jesús le respondió:

"Tú lo has dicho. Además, yo les declaro que pronto verán al Hijo del hombre, sentado a la derecha de Dios, venir sobre las nubes del cielo".

C Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:

S "¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?".
C Ellos respondieron:

S "Es reo de muerte".

C Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle de bofetadas. Otros lo golpeaban, diciendo:

S "Adivina quién es el que te ha pegado ".

C Entretanto, Pedro estaba fuera, sentado en el patio.

Una criada se le acercó y le dijo:

S "Tú también estabas con Jesús, el Galileo".

C Pero él lo negó ante todos, diciendo:

S "No sé de qué me estás hablando".

C Ya se iba hacia el zaguán, cuando lo vio otra criada y dijo a los que estaban ahí:

S "También ése andaba con Jesús, el nazareno".

C Él de nuevo lo negó con juramento:

S "No conozco a ese hombre".

C Poco después se acercaron a Pedro los que estaban ahí y le dijeron:
S "No cabe duda de que tú también eres de ellos, pues hasta tu modo de hablar te delata".

C Entonces él comenzó a echar maldiciones y a jurar que no conocía a aquel hombre. Y en aquel momento cantó el gallo. Entonces se acordó Pedro de que Jesús había dicho: "Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces". Y saliendo de ahí se soltó a llorar amargamente. Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Después de atarlo, lo llevaron ante el procurador, Poncio Pilato, y se lo entregaron. Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que Jesús había sido condenado a muerte, devolvió arrepentido las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo:
S "Pequé, entregando la sangre de un inocente".

C Ellos dijeron:

S "¿Y a nosotros qué nos importa? Allá tú".

C Entonces Judas arrojó las monedas de plata en el templo, se fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron:

S "No es lícito juntarlas con el dinero de las limosnas, porque son precio de sangre".

C Después de deliberar, compraron con ellas el Campo del alfarero, para sepultar ahí a los extranjeros. Por eso aquel campo se llama hasta el día de hoy "Campo de sangre". Así se cumplió lo que dijo el profeta Jeremías: "Tomaron las treinta monedas de plata en que fue tasado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel, y las dieron por el Campo del alfarero, según lo que me ordenó el Señor".

(Desde aquí la forma breve).

C Jesús compareció ante el procurador, Poncio Pilato, quien le preguntó:

S "¿Eres tú el rey de los judíos?".

C Jesús respondió:

 "Tú lo has dicho".

C Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos. Entonces le dijo Pilato:
S "¿No oyes todo lo que dicen contra ti?".

C Pero él nada respondió, hasta el punto de que el procurador se quedó muy extrañado. Con ocasión de la fiesta de la Pascua, el procurador solía conceder a la multitud la libertad del preso que quisieran. Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás.

Dijo, pues, Pilato a los ahí reunidos:

S "¿A quién quieren que les deje en libertad: a Barrabás o a Jesús, que se dice el Mesías?".

C Pilato sabía que se lo habían entregado por envidia.

Estando él sentado en el tribunal, su mujer mandó decirle:

S "No te metas con ese hombre justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa".

C Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la muchedumbre de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Así, cuando el procurador les preguntó:

S "¿A cuál de los dos quieren que les suelte?",

C ellos respondieron:

S “A Barrabás".

C Pilato les dijo:

S "¿Y qué voy a hacer con Jesús, que se dice el Mesías?".

C Respondieron todos:

S " Crucificalo".

C Pilato preguntó:

S "Pero, ¿qué mal ha hecho?".

C Mas ellos seguían gritando cada vez con más fuerza:

S "¡Crucificalo!".

C Entonces Pilato, viendo que nada conseguía y que crecía el tumulto, pidió agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo:

S "Yo no me hago responsable de la muerte de este hombre justo. Allá ustedes".

C Todo el pueblo respondió:

S "¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!".

C Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. En cambio a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio reunieron alrededor de él a todo el batallón. Lo desnudaron, le echaron encima un manto de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza; le pusieron una caña en su mano derecha, y arrodillándose ante él, se burlaban diciendo:

S "¡Viva el rey de los judíos!",

C Y le escupían. Luego, quitándole la caña, lo golpeaban con ella en la cabeza. Después de que se burlaron de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar. Juntamente con él crucificaron a dos ladrones. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota, es decir, "Lugar de la Calavera", le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos, echando suertes, y se quedaron sentados ahí para custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: "Éste es Jesús, el rey de los judíos". Juntamente con él, crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Los que pasaban por ahí lo insultaban moviendo la cabeza y gritándole:

S "Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz”.

C También se burlaban de él los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, diciendo: "Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios, que Dios lo salve ahora, si es que de verdad lo ama, pues él ha dicho: "Soy el Hijo de Dios".

C Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban.

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, se oscureció toda aquella tierra. Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz:

"Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?",

C que quiere decir: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Algunos de los presentes, al oírlo, decían:

S "Está llamando a Elías".

C Enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la empapó en vinagre y sujetándola a una caña, le ofreció de beber. Pero los otros le dijeron:

S "Déjalo. Vamos a ver si viene Elías a salvarlo".

C Entonces Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.

(Aquí todos se arrodillan y guardan silencio por unos instantes)

C Entonces el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba abajo, la tierra tembló y las rocas se partieron. Se abrieron los sepulcros y resucitaron muchos justos que habían muerto, y después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. Por su parte, el oficial y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, se llenaron de un gran temor y dijeron:

S "Verdaderamente éste era Hijo de Dios".

C Estaban también allí, mirando desde lejos, muchas de las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y Pilato dio orden de que se lo entregaran. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo, que había hecho excavar en la roca para sí mismo. Hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se retiró. Estaban ahí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro. Al otro día, el siguiente de la preparación de la Pascua, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron:

S "Señor, nos hemos acordado de que ese impostor, estando aún en vida, dijo: 'A los tres días resucitaré'. Manda, pues, asegurar el sepulcro hasta el tercer día; no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo:

'Resucitó de entre los muertos', porque esta última impostura sería peor que la primera".
C Pilato les dijo:

S "Tomen un pelotón de soldados, vayan y aseguren el sepulcro como ustedes quieran".


C Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, poniendo un sello sobre la puerta y dejaron ahí la guardia.
Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.