Este Jueves Santo 14 de abril de 2022, el Santo Padre Francisco presidió la Santa Misa de la Cena del Señor en la capilla del nuevo Centro Penitenciario de Civitavecchia, donde además de recordar la santa cena, la instauración de la Santa Eucaristía y del Sacerdocio -como ya lo había hecho durante la Misa-Crismal-, conmemoró el encuentro de Jesús con sus apóstoles-quienes fueron representados por reos -, y realizó el signo y acto del servicio del lavatorio de los pies, en este primer día del Triduo Pascual (Fuente: Vaticano y SPSS).
Homilía del Santo Padre Francisco durante la celebración de la Santa Misa de la Cena del Señor en el Centro Penitenciario de Civitavecchia
“Todos los Jueves Santos leemos este pasaje del Evangelio: Es una cosa simple. Jesús, con sus amigos, sus discípulos está en una cena, la cena de la Pascua -Judía-; Jesús que lava los pies a sus discípulos - cosa extraña aquella que ha hecho: en aquel tiempo los pies los lavaban los esclavos a la entrada de la casa. Y luego, Jesús -con un gesto que también toca el corazón- lava los pies al traidor, al que lo vende. Así es Jesús y nos enseña esto, sencillamente: entre ustedes, deben lavarse los pies. Es el símbolo: entre ustedes, debén servirse; uno sirve al otro, sin interés. Qué bello sería que esto fuera posible hacerlo todos los días y a toda la gente: pero siempre hay interés, que es como una serpiente que entra. Y nos escandalizamos cuando decimos: "Fui a aquella oficina pública, me han hecho pagar una dadiva". Esto duele, porque no es bueno. Y nosotros, muchas veces, en la vida buscamos nuestro interés, como si estuviéramos pagando una propina entre nosotros. Es importante hacer todo sin interés: uno sirve al otro, uno es hermano del otro, uno hace crecer al otro, uno corrige al otro, y así tenemos que hacer andar las cosas. ¡Servir! Y entonces, el corazón de Jesús, que al traidor dice: "Amigo" y también lo espera, hasta el final: perdona todo. Esto es lo que deseo colocar hoy, en el corazón de todos nosotros, también en el mío: ¡Dios perdona todo y Dios perdona siempre! Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Y cada uno de nosotros, tal vez, tiene algo ahí en el corazón, que lleva cargando desde hace algún tiempo, que le hace "ron-ron", algún ‘esqueleto escondido en el armario’. Pero pídele perdón a Jesús: Él perdona todo. Solo quiere nuestra confianza para pedir perdón. Puedes hacerlo cuando estés solo, cuando estés con otros compañeros, cuando estés con el sacerdote. Esta es una hermosa oración para el día de hoy: “Pero, Señor, perdóname. Trataré de servir a los demás, pero Tú me sirves con Tu perdón”. Ël pagó con el perdón. Este es el pensamiento que me gustaría dejarles. Sirvan, ayúdense el uno al a otro y estén seguros de que el Señor perdona. ¿Y cuánto perdona? ¡Todo! ¿Y hasta dónde? ¡Siempre! Él nunca se cansa de perdonar: somos nosotros los que nos cansamos de pedirle perdón.
Y ahora, intentaré hacer el mismo gesto que hizo Jesús: lavar los pies. Lo hago de corazón porque los sacerdotes debemos ser los primeros en servir a los demás, no en explotar a los demás. El clericalismo a veces nos lleva por este camino. Pero debemos servir. Este es un signo, también un signo de amor para estos hermanos y hermanas y para todos ustedes, aquí; un signo que quiere decir: “Yo no juzgo a nadie. Yo trato de servir a todos”. Hay Uno que juzga, pero es un Juez un poco extraño, el Señor: juzga y perdona. Seguimos esta ceremonia con el deseo de servir y perdonarnos.”