Hoy celebramos el arribó hace 132 años a México de los primeros salesianos a México quienes fueron enviados por el beato Miguel Rúa primer sucesor de Don Bosco, quien respondió en la medida de lo posible ante la insistencia de un grupo de devotos católicos encabezados por el Sr. Ángel Lascuráin - y que él venerable superior de la Congregación designará como primeros salesianos cooperadores del país-. Su resuelta petición en favor de la niñez y juventud mexicana se concretó con el envío de 5 misioneros entre ellos los padres salesianos Ángel Piccono, Rafael Pipperni y Simón Visentainer, el Clérigo en formación Agustín Osella y el Sr. Pedro Tagliaferri el Salesiano Coadjutor.
Todo esto se definió un 2 de diciembre de 1892, en un México convulsionado, donde existía gran pobreza y la necesidad de colaborar con el desarrollo de los niños que eran vistos muchas veces más como una molestia, y no como el futuro de una nación.
Tras una complicada travesía por el océano Atlántico con algunos trasbordos y singulares encuentros en Portugal, España y Cuba, los hijos de Don Bosco llegarían a la Ciudad de México para dar aliento, continuidad y trasformación a la primera obra salesiana dispuesta por los entusiasta Salesianos Cooperadores.
Nada detuvo su marcha y desarrollo a pesar de tener ante sí un futuro incierto caminaban de la mano de María, con la plena confianza en la Divina Providencia, y no obstante los difíciles cambios históricos, culturales, políticos y de seguridad que pondrían a prueba a los salesianos y a la Iglesia, la marcha prosigue hasta nuestros días, con un mensaje Evangelizador, entusiasta y juvenil tan necesario en una realidad confusa y con contrapartes que requieren de una respuesta valiente, que haga de contrapartida y contracultura con alegría y educación ante los muchos antivalores que nos afectan, innovando con propuestas concretas que lleven a los chicos y chicas a ser buenos cristianos y honestos ciudadanos.
La resiliencia de la obra salesiana es notable, puesta a prueba tanto en la década de los años 20 como en la de los 40, sigue un recorrido de trabajo y constancia que derivó en dos inspectorías de salesianos (MEM y MEG) y además de dos inspectorías dirigidas por salesianas (MME y MMO) y el crecimiento de los grupos y miembros de la Familia Salesiana del país, grupos juveniles, obras y el MJS, que son frutos y evidencia de la obra de Jesús y María Auxiliadora en México.
Salesianos Cooperadores que solicitaron al Padre Miguel Rúa el envío de salesianos a México
Por todo lo anterior debemos dar gracias alegrarnos y esforzarnos en dar continuidad a lo que aquellos buenos laicos, sacerdotes y religiosas sembraron en bien de la juventud, y que nos permitió proseguir aún ante situaciones más recientes como lo fue la pandemia por COVID 19, y otros retos que exigen nuestra respuesta cristiana como la corrupción en todos sus niveles, la violencia, las políticas antivida y pro aborto, la pobreza, el trabajo infantil, el abuso de menores, la migración –en especial de menores no acompañados-, el desempleo juvenil, la absorción de jóvenes por el narcotráfico y el crimen organizado, versus formación en la fe, la catequesis, la formación básica, media, superior y/o profesional, viendo las oportunidades, desde una perspectiva fundada en la fe, la razón y la amabilidad con un optimismo emanado del Espíritu Santo que sigue respondiendo en nosotros a través del impulso renovado del Sistema Preventivo de Don Bosco, desde los jóvenes y para los jóvenes, destacando una Iglesia en movimiento, misionera, que sabe adaptarse a los signos de los tiempos y llegar a los confines de la tierra, como lo hicieron aquellos buenos cinco primeros salesianos que permitieron hacer realidad el sueño de su santo fundador en este país.