El ugandés Ernest Kirunda Menya de la Inspectoría África Grandes Lagos (AGL) es uno de los nuevos misioneros que partieron con la 155ª Expedición Misionera Salesiana; fue entrevistado por la Agenzia iNfo Salesiana (ANS), ha sido incluido en el Proyecto Europa: su destino Rumanía perteneciente a la circunscripción de ña Inspectoría Italia Nordeste (INE). Inspirado por la vida de algunos misioneros que conoció en su Inspectoría, a pesar de los desafíos de la vida misionera, está feliz por esta entrega de su vida.
Entrevista:
Hola, Ernest, preséntate…
Soy Ernest Kirunda Menya y vengo de la Inspectoría África Grandes Lagos (AGL), que está compuesta por Uganda, Ruanda y Burundi. Soy ugandés de nacionalidad, tengo veintisiete años. Nací en el municipio de Kamuli, en la parte oriental de Uganda. Mi casa está a unos trescientos cincuenta metros de la comunidad salesiana de Don Bosco Kamuli. Empecé a participar en las actividades del oratorio en 2006.
¿Qué te inspiró a elegir convertirte en misionero?
Inspirado por la dedicación desinteresada de misioneros como el padre Wynand Huys (misionero de Mill Hill) y salesianos como el padre Giambattista Uboldi, el padre Lazar Arasu, el padre Ryszard Jozwiak, el padre John Baptist Van Tan, sentí una profunda vocación a la vida misionera. Estos misioneros amaron a jóvenes que ni siquiera eran sus familiares, tocando sus corazones y sus vidas con compasión, orientación y una fe inquebrantable. Su ejemplo me mostró el poder transformador del amor y el servicio, inculcándome el deseo de seguir sus pasos. A través de su incansable trabajo, se convirtieron en faros de esperanza e inspiración, no solo para los jóvenes a quienes sirvieron, sino también para todos nosotros que buscamos marcar la diferencia en el mundo.
¿Estás feliz con el lugar al que vas? ¿Tienes miedos o preocupaciones respecto al nuevo lugar, la cultura y la gente?
Aunque estoy feliz de ir a Rumanía como misionero salesiano, siento algunos temores naturales. Abrazar una nueva cultura, aprender un nuevo idioma y relacionarme con personas que pueden tener costumbres diferentes puede ser desalentador, pero a pesar de estas preocupaciones, confío en que, con fe y perseverancia, seré capaz de construir relaciones significativas y servir al Señor con un corazón abierto.
¿Cómo reaccionaron los miembros de tu familia, amigos y hermanos cuando les hablaste de tu vocación misionera?
Cuando comuniqué la noticia de que me convertiría en misionero, las reacciones de familiares y amigos fueron mixtas. Algunos estaban sinceramente felices y me apoyaron, comprendiendo mi vocación y el propósito detrás de ella. Otros, sin embargo, fueron más reticentes, expresando preocupación por los desafíos que podría enfrentar o por la distancia que nos separaría. A pesar de las opiniones diferentes, sigo enfocado en mi misión.
¿Cuáles son tus planes y sueños para tu vida misionera?
Como misionero en Rumanía, mi plan es centrarme en la fe de los jóvenes, promover un sentido de comunidad y tratar de transmitirles todas las habilidades de vida que poseo, sin olvidar los valores arraigados en el espíritu de amor de Don Bosco. Mi sueño es ver a estos jóvenes convertirse en líderes responsables y compasivos que contribuyan a la sociedad, vivan su fe y eleven a los demás, al tiempo que fortalecen la presencia y la misión salesiana en Rumanía.
¿Tienes en mente algún modelo de gran misionero cuyo estilo de vida quisieras seguir?
Sí, son los misioneros que ya mencioné, quienes encarnan los valores de la sencillez, viviendo cerca de las personas a las que sirven, abrazando el altruismo y la compasión. Su constante compromiso con la misión, muchas veces de forma silenciosa e invisible, refleja una profunda confianza en la Providencia. A través de sus ejemplos, me esfuerzo por vivir una vida arraigada en la humildad, el servicio y un profundo amor por los jóvenes, buscando siempre elevar a los demás con el espíritu salesiano de alegría y bondad.
¿Cuál es tu mensaje para los jóvenes respecto a la elección y la vocación misionera?
La llamada misionera consiste en salir, en responder a la llamada de Dios, a través de una vida arraigada en la fe, el coraje y el amor, donde nos convertimos en instrumentos de Su gracia, ayudando a transformar vidas. Si Dios los llama a esto, confíen en su plan y sepan que la alegría de entregarse a los demás es un verdadero reflejo del amor de Cristo.
(Fuente: Agenzia iNfo Salesiana (ANS))