Al medio día del 1o de abril de 2024, ‘Lunes’ Santo y/o del ‘Ángel’ –llamado así porque en este día se conmemora la aparición a las mujeres de un emisario de Dios que bajo del cielo y quitó la piedra del sepulcro, en  donde habían depositado el cuerpo de Jesús nuestro Señor (Cfr. Mt. 28,2)-, el Papa Francisco saludó desde su estudio en el Palacio Vaticano a los cristianos reunidos en la Plaza de San Pedro, para el rezo del ‘Regina Cæli’-Reina del cielo alégrate-, oración que sustituye durante la octava de Pascua y hasta el día de la solemnidad de Pentecostés al ‘Ángelus’ - ‘Angelus Domini nuntiavit Mariæ’- (Fuentes: Vaticano, OPSS, Vatican Media, Vatican News y Dicasterio para la Comunicación).

El Santo Padre ofreció su comentario al Evangelio del día (Mt 28,8-15) referente al encuentro de las mujeres con un ángel que les reveló la Resurrección de Jesús, generando una ‘gran alegría’ que se desea comunicar de inmediato algo superior a un gran logró, el Papa subrayó que la presencia llena todo de luz. Afirmó que la alegría de la Resurrección no es lejana, sino cercana, se nos dio con el Bautismo –destacó el Santo Pontífice- y hoy nosotros también podemos encontrar –como aquellas mujeres- con el Resucitado, por lo que no debemos renunciar a estar alegres, sino aún mejor, debemos compartir la alegría de la Pascua.

En sus palabras tras el rezo mariano externo a quienes le han solicitado oración ‘Que el don de la paz del Señor resucitado’ llegue a ellas y a todas aquellas personas que lo necesitan en especial a las afectadas por las guerras.

Comentario del Evangelio del día del Papa Francisco antes recitar el ‘Regina Cæli’

‘Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y Feliz Pascua!

Hoy, lunes de la Octava de Pascua, el Evangelio (Cfr. Mt 28,8-15) nos muestra la alegría de las mujeres por la resurrección de Jesús: ellas, dice el texto, salieron del sepulcro con ‘gran alegría’ y ‘corrieron a contarlo a sus discípulos’ (v. 8). Esta alegría, nacida precisamente del encuentro vivo con el Resucitado, es una emoción desbordante, que las impulsa a difundir y contar lo que han visto.

Compartir la alegría es una experiencia maravillosa, que aprendemos desde muy pequeños: pensemos en un niño que saca una buena nota en la escuela y no ve la hora de enseñársela a sus padres, o en un joven que logra su primer éxito deportivo, o en una familia en la que nace un niño. Intentemos recordar, cada uno de nosotros, un momento tan feliz que incluso nos costó expresarlo con palabras, ¡pero que quisimos contar enseguida a todos!

Aquí, las mujeres, en la mañana de Pascua, experimentan esto, pero de una manera mucho mayor. ¿Por qué? Porque la resurrección de Jesús no es sólo una noticia maravillosa o el final feliz de una historia, sino algo que cambia nuestras vidas y la cambia por completo y para siempre. Es la victoria de la vida sobre la muerte, esta es la Resurrección de Jesús. Es la victoria de la esperanza sobre el desaliento. Jesús ha atravesado la oscuridad de la tumba y vive para siempre: su presencia puede llenarlo todo de luz. Con Él cada día se convierte en la etapa de un viaje eterno, cada ‘hoy’ puede esperar un ‘mañana’, cada final un nuevo comienzo, cada instante se proyecta más allá de los límites del tiempo, hacia la eternidad.

Video Vatican News

Hermanos, hermanas, la alegría de la Resurrección no es algo lejano. Está muy cerca, es nuestra, porque nos fue dada el día de nuestro Bautismo. Desde entonces, también nosotros, como las mujeres, podemos encontrar al Resucitado y Él, como ellas, nos dice: ‘¡No temáis!’ (v 10). Hermanos y hermanas no renunciemos a la alegría de la Pascua.

Pero, ¿cómo alimentar esta alegría? Como hicieron las mujeres: encontrando al Resucitado, porque Él es la fuente de una alegría que nunca se agota. Apresurémonos a buscarlo en la Eucaristía, en su perdón, en la oración y en la caridad vivida. La alegría, cuando se comparte, aumenta. Compartamos la alegría del Resucitado.

Y la Virgen María, que en Pascua se alegró de su Hijo resucitado, nos ayude a ser sus testigos gozosos.

 

Palabras del Después del rezo del Regina Coeli:

Queridos hermanos y hermanas

Renuevo a todos mi saludo pascual y agradezco de corazón a quienes, de diversas maneras, me han enviado mensajes de cercanía y de oración. Que el don de la paz del Señor resucitado llegue a estas personas, familias y comunidades. Y que este don de la paz llegue donde más se necesita: a los pueblos extenuados por la guerra, por el hambre, por toda forma de opresión.

¡Y con afecto los saludo a ustedes, romanos y peregrinos de diferentes países!

Saludo a los niños y sacerdotes de la Comunidad Pastoral Beato Carlo Gnocchi de Inverigo y a los del Decanato Appiano Gentile.

¡Feliz Lunes de Pascua! ¡Que continúe la alegría de la Pascua! Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen provecho y hasta luego’.