La mañana del sábado, 28 de septiembre de 2024, tras celebrar la Eucaristía en privado, y antes de partir de la Nunciatura, el Santo Padre Francisco saludó a Margarítis Schinás, Vicepresidenta de la Comisión Europea; a Dubravka Šuica, la Vicepresidenta de la Comisión Europea para la Democracia y la Demografía, a Oxana Domenti, Representante de la Organización Mundial de la Salud ante la Unión Europea, y a Hans Kluge, Director Regional de la OMS para Europa(Fuentes: Vaticano, Vatican Media, SPSS, Vatican News y Dicasterio para la Comunicación).
Además como lo hizo en otras ocasiones durante su estancia en Bélgica, saludo a todos los fieles reunidos a las afueras de la Nunciatura, para poder verle al salir, particularmente niñas, niños adolescentes y jóvenes.
Alrededor de las 9 am, llegó a la Comunidad Parroquial de a la iglesia de Saint Gilles de Bruselas, donde convivió fraternalmente en el desayuno preparado en su honor con las personas sin hogar que atienden en la Parroquia a quienes ofreció algunas palabras. Además obsequió a la parroquia una estatua de san Lorenzo, diacono y mártir. Tras concluir este significativo momento el Papa Francisco se dirigió a la basílica del Sagrado Corazón de Koekelberg.
Saludo del Papa Francisco que ofreció durante el desayudo en la Parroquia de Saint Gilles
“Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Gracias por invitarme a desayunar. Es hermoso comenzar el día entre amigos, y esta es la atmósfera que se respira en Saint-Gilles.
Agradezco a Marie-Françoise, Simon y Francis por lo que han dicho y me alegra ver como aquí el amor alimenta continuamente la comunión y la creatividad de todos. Han incluso ideado La Biche de saint Gilles, e imagino que será una cerveza muy buena. A la tarde les diré si es buena o no.
Como ha dicho Marie-Françoise, ‘la misericordia indica el camino hacia la esperanza’ -esto es muy hermoso-, y el mirarse mutuamente con amor ayuda a todos -a todos, todos- a mirar al futuro con confianza y a ponerse cada día en marcha. La caridad es así, es un fuego que calienta el corazón, y no existe una mujer o un hombre sobre la tierra que no tenga necesidad de su calor.
Es verdad, no son pocos los problemas que se deben afrontar -lo saben bien-, como nos ha dicho Simón, y a veces te das de bruces con el rechazo y la incomprensión, como nos ha contado Francis, pero la alegría y la fuerza que vienen precisamente del amor compartido son más grandes que cualquier dificultad, y cada vez que nos dejamos involucrar en dinámicas de solidaridad y del cuidado recíproco nos damos cuenta de que recibimos mucho más de lo que damos (Cfr. Lc 6,38; Hch 20,35).
A la conclusión de nuestro encuentro, entregaremos como regalo a la parroquia una estatua de san Lorenzo, diacono y mártir de los primeros siglos, famoso por haber presentado a sus acusadores, que querían los tesoros de la Iglesia, a los miembros más frágiles de la comunidad cristiana a la que pertenecía, la de Roma, la más importante, pero también la más frágil: los pobres y los necesitados.
No era un modo de decir ni siquiera una simple provocación. Era la pura verdad. La Iglesia tiene su mayor riqueza en sus miembros más débiles, y si queremos de verdad conocer y mostrar su belleza, nos hará bien donarnos los unos a los otros de esta forma, en nuestra pequeñez, en nuestra pobreza, sin pretensiones y con tanto amor. Nos lo enseño antes que nadie el Señor Jesús, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (Cfr. 2 Co 8,9).
Queridos amigos, gracias por haberme acogido entre ustedes y gracias por el camino que hacen juntos. Gracias por el desayuno. Les bendigo a todos y rezo por ustedes. Y no se olviden tampoco de rezar por mí.”