La tarde del 28 de marzo de 2024, Jueves Santo, inicio del Triduo Pascual, el Papa Francisco presidio significativa celebración Eucarística de la ‘Cena del Señor’-como suele hacerse en diversos centros penitenciarios cada año- en la cárcel de mujeres de Rebibbia, el Santo Padre se reunió con las reclusas y personal del centro de readaptación social que les atiende (Fuente: Vaticano, OPSS, Vatican Media, Vatican News, Dicasterio para la Comunicación).

A llegar al reclusorio el Vicario de Cristo saludo a la comitiva encabezada por la Dra. Nadia Fontana, directora del centro penitenciario femenil. Concelebró S. Em. Mons. Diego Giovanni Ravelli, Maestro de las Ceremonias Litúrgicas y de la Capellanía Musical Pontificias. La asamblea estuvo formada por las reas, además de autoridades, funcionarios del Magisterio de Justicia y personal del Centro

Después de proclamado el Evangelio, S.S. Francisco predicó una breve homilía destacando el servicio y perdón de Jesús. Además imitó el ejercicio del servicio que Jesús realizó con sus apóstoles, al lavar los pies a 12 mujeres originarias de diversas naciones, recluidas en el centro

Tras concluir la Santa Misa la Dra. Fontana, agradeció la visita del Papa y le regaló una canasta con productos cultivados en la granja del Centro Penitenciario, además de un rosario y dos estolas confeccionadas las reclusas en los talleres de bisutería y costura de la prisión, en correspondencia el Santo Padre obsequió una imagen de la Virgen María para el Centro carcelario.

Las ahí detenidas tanto a su arribo como tras la despedida se mostraron muy contentas y agradecidas, el Papa paternalmente les saludaba, para finalmente retornar al Vaticano.

 

Homilía de Papa Francisco - Jueves Santo

En este momento de la cena, dos episodios llaman nuestra atención. El lavatorio de los pies de Jesús: Jesús se humilla, y con este gesto nos hace comprender lo que había dicho: "No he venido a ser servido, sino a servir" (Cfr. Mc 10, 45). Nos enseña el camino del servicio.

El otro episodio -triste- es la traición de Judas que no es capaz de llevar adelante el amor, y entonces el dinero, el egoísmo le llevan a esta cosa fea. Pero Jesús lo perdona todo. Jesús perdona siempre. Sólo pide que le pidamos perdón.

Una vez oí a una viejecita, una viejecita sabia, una abuela, del pueblo... Decía: 'Jesús no se cansa nunca de perdonar: somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón'. Pidamos hoy al Señor la gracia de no cansarnos.

Siempre, todos tenemos pequeños fracasos, grandes fracasos: cada uno tiene su historia. Pero el Señor siempre nos espera, con los brazos abiertos, y nunca se cansa de perdonar.

Ahora vamos a hacer el mismo gesto que hizo Jesús: lavar los pies. Es un gesto que llama la atención sobre la vocación de servicio. Pidamos al Señor que nos haga crecer, a todos, en la vocación de servicio.

Gracias.”