La Familia Salesiana celebra hoy a los Santos y protomártires Mons. Luis Versiglia y el P. Calixto Caravario, quienes trabajaron en China, haciendo realidad el sueño de Don Bosco con  fidelidad al carisma, con una entrega alegre pero devota, a la vez varonil, valerosa y humilde, como lo atestigua su muerte, derivada del ataque de unos bandoleros o piratas, los salesianos donaron sus vidas defendiendo  el honor de sus catequistas


Luigi Versiglia (san Luis Versiglia) nació el 5 de junio de 1873 en Oliva Gessi, Pavía, dentro de una familia muy devota que lo educó bien en la religión. Él estudió desde los 12 años en el Oratorio Salesiano de Turín, donde fue recibido por el propio Don Bosco. Versiglia era fuerte decidido, jovial e inteligente, un chico con los pies bien puestos en la tierra, pero el corazón en el cielo, se notaba que era llamado y poseía una grande sensibilidad.

Tuvo la grande oportunidad de recibir dirección espiritual de San Juan Bosco, lo que le llevó a admirarle aún más, pero curiosamente y no obstante el cuidado en su formación él expresó claramente más que religioso, quería ser veterinario. Fue la muerte de Don Bosco en 1888, lo que cambio su corazón, acudió a la Misa y por fin comprendió su llamado a la vida sacerdotal, además se sintió impulsado a ser misionero.

Tras un buen discernimiento fue ordenado el año de 1895, más adelante fue nombrado Maestro de Novicios, obediencia que desempeñó por una década en Genzano, Roma. Su llamado seguía estando en su corazón, así que partió con otros de sus hermanos religiosos rumbo a China, él dirigió la primera expedición misionera salesiana a esa nación en 1906, haciendo realidad una de la 'profecías' de San Juan Bosco

Arribaron a la ciudad de Macao, donde fundó la primera casa y presencia salesiana del lugar. Desde entonces participó y trabajó intensamente en diversas obras e iniciativas pastorales, concentrando su labor en atender a los niños, abandonados, huérfanos y a las personas necesitadas así como a la catequesis y evangelización.

Para 1910 se vio obligado a trasladarse a Hong Kong, pues las autoridades había decidido expulsar a los salesianos del país, sin embargo el padre Luis regresó a Macao en 1914, él había iniciado la misión de Shiu Chow, en ese año se sabe que solía dar cinco consejos sus primeros misioneros, entre estos uno era, el tener un grande amor y una gran devoción a la Virgen de Don Bosco, y solía enfatizar esto diciendo "Sin María Auxiliadora los Salesianos no somos nada" (Cfr. ACG-397, aprile-giugno 2007, p. 40).

El 22 de abril de 1920 lo nombraron como primer obispo del Vicariato Shiu Chow, su consagración episcopal tuvo lugar el 9 de enero de 1921. Por entonces la Iglesia Católica ya enfrentaba muchas dificultades en esa región, pero Mons. Versiglia, si bien se distinguía por ser prudente, fue persistente y perseverante en su misión, por lo que fundó un seminario, así como casas de formación, residencias, orfanatos y asilos para ancianos.

Imitando a Don Bosco practicaba la paternidad pastoral con sus misioneros y, al igual que su Padre Fundador, sabía disponer de lo necesario para que cumplieran su trabajo apostólico, procurando conocer de antemano sus fortalezas y necesidades.

Callisto Giacomo Caravario (Calixto Caravario), nació en la comunidad de Cuorgné, provincia de Turín, Región del Piamonte, Italia, el 8 de junio de 1903. En 1929 recibió el orden sacerdotal, es conocido por su inmenso amor a la Eucaristía y a la predicación del Evangelio; parecía tan absorto en esto que no importaba la dificultad, lo que para otros era un sacrificio o penitencia, simplemente para él era un buen tiempo para estar con el Señor Jesús.

Una idea le movía: ser misionero en el Continente Asiático. Le impulsaba llevar el Evangelio a los rincones y personas más aislados de la tierra. Su vida pastoral se inspiraba en el patrono de la floreciente Congregación a la que había sido llamado: San Francisco de Sales. Además poseía una grande devoción a María y a Jesús Sacramentado.

En el año de 1922, Versiglia realiza una visita a Turín, ahí conoce al joven Caravario, quien se ofrece de inmediato a ayudarlo en las misiones, 'Nos veremos en China' le prometió. Ya ordenado sacerdote se obliga a cumplir su promesa, de modo que para 1924 se reencuentra con Mons. Versiglia. Realiza mucho trabajo pastoral, el ambiente con el santo Obispo es al estilo de Don Bosco, mucho trabajo, pero acompañado de una fraterna vida de comunidad oración, vida sacramental, y sus lapsos alegres al estilo salesiano, como siempre la música y la academia ayudaban a la distensión en los días laboriosos, además el llevar almas a Cristo alegraba su corazón, pues convertían y bautizaban a muchos.

Cabe destacar que para el año de 1926 la situación social y la atmósfera de rechazo a los extranjeros era evidente, en especial hacia los cristianos, pues había protestas acaloradas contra ellos.

Cuando Versiglia y Caravario viajaban hacia Lin Chow, en compañía de dos maestros, dos jóvenes catequistas y una alumna, les abordó un grupo de piratas, decían tener orientación comunista por lo que increpaban sin miramientos a los dos religiosos, les agredieron y deseaban deshonrar a las 3 jovencitas (Clara, Paola y María) que les acompañaban.

Los dos consagrados les defendieron, pero sus agresores les superaban en número e iban armados, estos los golpearon y tras someterlos brutalmente les fusilaron arrancándoles la vida; mientras tanto las chicas  milagrosamente lograron huir, los cuerpos de los misioneros quedaron sin vida en las cercanías de Li Tau Tseu, a orillas del río Lin Chou,. Esto sucedió un 25 de febrero del año 1930.

Ambos fueron declarados beatos y protomártires de la Iglesia por San Juan Pablo II en Roma, el domingo 15 de mayo de 1983, tras el reconocimiento de sus virtudes y de su martirio por “odio a la fe”, lo que subrayó el Santo Padre en la Misa de beatificación (Cfr. Solenne Beatificazione di Monsignor Luigi Versiglia e di Don Callisto Caravario. Omelia fi Giovanni Paolo II, Domenica, 15 maggio 1983)

Fueron declarados santos por el mismo pontífice el 1 de octubre del año 2000 al igual que otros 119 mártires que dieron su vida en China (Cfr. Misa de Canonización Homilía de Su Santidad Juan Pablo II, Domingo 1 de octubre de 2000).