Este 5º Domingo de Cuaresma, 26 de marzo de 2023, al medio día tiempo del Vaticano, el santo padre Francisco comentó el Evangelio del día (Jn 11, 1-45) antes del rezo del Ángelus, dirigiéndose a todos los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. De acuerdo al Papa el relato bíblico referente a la resurrección de Lázaro, nos revela cómo las hermanas del fallecido se aferran a la Luz, y  Jesús les invita a tener fe, reza al Padre y manda a al difunto  salir fuera, y aquel lo hace, se trata de un milagro sin lugar a dudas.

Jesús da la vida –afirma el santo padre- aún cuando parecer no haber esperanza, cuando todo es oscuridad, dolor y desesperación (Fuentes: Vaticano, SPSS, Vatican News y Dicasterio para la Comunicación).

De acuerdo al Obispo de Roma, el milagro nos permite comprender que no estamos solos, Cristo se hace cercano a nosotros, incluso llora por su amigo, se conmueve, pero al mismo tiempo nos invita a no dejar de creer y esperar, además con autoridad nos manda ‘quitar la piedra’, en nuestro caso siendo pecadores esto se refiere a reconoce con humildad todo error o falta que nos limita o avergüenza y se nos invita a ponerlos en las manos del Hijo de Dios.

Además el Papa Francisco subrayó que Jesús nos da la mano, y nos dice: ‘Ve, adelante! Yo estoy contigo’.

En sus palabras tras el rezo del Ángelus, el santo padre destacó la renovación de la consagración al Inmaculado Corazón de María la cual exhortó realizar el 25 de marzo –Fiesta de la anunciación de María- , con la certeza de que sólo la conversión de los corazones puede abrir el camino que conduce a la paz.

El Papa Francisco hizo diversos llamamientos: primero rezar por el martirizado pueblo ucraniano, exhortó a permanecer cercanos a las víctimas del terremoto de Turquía y Siria. Pidió rezar la población del estado de Misisipi, EE.UU. que fue afectada por un tornado devastador. Exhorto a renovar la oración por la reconciliación y la paz en Perú.

Comentario del Papa Francisco al Evangelio del día

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, quinto domingo de Cuaresma, el Evangelio nos presenta la resurrección de Lázaro (cfr. Jn 11, 1-45). Es el último de los milagros de Jesús narrados antes de la Pascua: la resurrección de su amigo Lázaro. Lázaro es un querido amigo de Jesús. El Señor, que sabe que su amigo está a punto de morir, se pone en camino, pero llega a casa de Lázaro cuatro días después de que haya sido sepultado, cuando ya se ha perdido toda esperanza. Sin embargo, su presencia enciende un poco de confianza en el corazón de las hermanas, Marta y María (cfr. v. 22-27). Ellas, en medio del dolor, se aferran a esa luz, a esta pequeña esperanza. Y Jesús las invita a tener fe, y pide que abran el sepulcro. Luego reza al Padre, y grita a Lázaro: ‘¡Sal fuera!’ (v. 43). Éste vuelve a vivir y sale. Este es el milagro, tal cual, sencillo.

El mensaje es claro: Jesús da la vida incluso cuando parece que ya no hay esperanza. Sucede, a veces, que uno se siente sin esperanza -a todos nos ha pasado esto-, o que encuentra personas que han dejado de esperar, amargadas porque han vivido malas experiencias, el corazón herido no puede esperar. A causa de una pérdida dolorosa, de una enfermedad, de un cruel desengaño, de una injusticia o una traición sufrida, de un grave error cometido… han dejado de esperar. En ocasiones, oímos a alguien que dice: ‘Ya no hay nada que hacer’, y cierra la puerta a la esperanza. Son momentos en los que la vida se asemeja a un sepulcro cerrado: todo es oscuridad, en torno se ve solamente dolor y desesperación. El milagro de hoy nos dice que no es así, que el final no es este, que en esos momentos no estamos solos, al contrario, que precisamente en esos momentos Él se hace más cercano que nunca para darnos de nuevo la vida.

Video Vatican News

Jesús llora: dice el Evangelio que Jesús, ante el sepulcro de Lázaro se echó a llorar, y hoy Jesús llora con nosotros, como lloró por Lázaro: el Evangelio repite dos veces que se conmovió (cfr. v. 33-38), y subraya que ‘se echó a llorar’ (cfr. v. 35). Y, al mismo tiempo, Jesús nos invita a no dejar de creer y esperar, a no dejarnos abatir por los sentimientos negativos, que nos roban el llanto. Se acerca a nuestros sepulcros y nos dice, como entonces: ‘¡Quiten la piedra!’ (v. 39). En esos momentos tenemos como una piedra dentro y el único capaz de quitarla es Jesús, con su palabra: ‘¡Quiten la piedra!’.

Jesús nos dice esto también a nosotros. Quiten la piedra: no escondan el dolor, los errores, los fracasos, dentro de ustedes, en una habitación oscura y solitaria, cerrada. Quiten la piedra: saquen todo lo que hay dentro. ‘Me da vergüenza’, decimos. Pero el Señor dice: pónganlo ante mí con confianza, yo no me escandalizo; pónganlo ante mí sin temor, porque yo estoy con ustedes, les amo y deseo que vuelvan a vivir. Y, como a Lázaro, repite a cada uno de nosotros: ¡Sal fuera! ¡Levántate, reemprende el camino, reencuentra la confianza! Cuantas veces en la vida nos hemos visto así, en la situación de no tener fuerzas para volver a levantarnos. Y Jesús: ‘¡Ve, adelante! Yo estoy contigo’. Te tomo de la mano, dice Jesús, como cuando de pequeño aprendías a dar los primeros pasos. Querido hermana, querida hermana, quítate las vendas que te atan (cfr. v. 45), no cedas, por favor, al pesimismo que deprime, no cedas al temor que aísla, no cedas al desánimo por el recuerdo de malas experiencias, no cedas al miedo que paraliza. Jesús nos dice: ‘¡Yo te quiero libre y te quiero vivo, no te abandono, estoy contigo! Todo está oscuro, pero yo estoy contigo. No te dejes aprisionar por el dolor, no dejes que muera la esperanza. Hermano, hermana ¡vuelve a vivir!’. - ‘¿Cómo lo hago?’ - ‘Tómame de la mano’, y Él nos toma de la mano. Deja que te saque, Él es capaz de hacerlo. En esos malos momentos por los que todos pasamos.

Queridos hermanos y hermanas, este pasaje del capítulo 11 del Evangelio de Juan, que nos hace mucho bien leer, es un himno a la vida, y se proclama cuando la Pascua está cerca. Quizá también nosotros llevamos ahora en el corazón algún peso o algún sufrimiento que parece aplastarnos; alguna cosa mala, algún viejo pecado que no logramos sacar a la luz, algún error de juventud, ¡quién sabe! Estas cosas malas deben salir. Y Jesús dice: ‘¡Sal fuera!’. Es el momento de quitar la piedra y de salir al encuentro de Jesús que está cerca. ¿Somos capaces de abrirle el corazón y confiarle nuestras preocupaciones? ¿Lo hacemos? ¿Somos capaces de abrir el sepulcro de los problemas y mirar más allá del umbral, hacia su luz? ¿O tenemos miedo? Y, a nuestra vez, como pequeños espejos del amor de Dios, ¿logramos iluminar los ambientes en los que vivimos con palabras y gestos de vida? ¿Testimoniamos la esperanza y la alegría de Jesús? Todos nosotros, pecadores. Y también quisiera decir una palabra a los confesores: queridos hermanos, no olviden que también ustedes son pecadores, y están en el confesionario no para torturar, para perdonar y para perdonar todo, como el Señor perdona todo. Que María, Madre de la esperanza, renueve en nosotros la alegría de no sentirnos solos y la llamada a llevar luz a la oscuridad que nos rodea.”

Palabras de Papa Francisco tras el rezo del Ángelus

“¡Queridos hermanos y hermanas!

Ayer, Solemnidad de la Anunciación, renovamos nuestra consagración al Inmaculado Corazón de María, en la certeza de que sólo la conversión de los corazones puede abrir el camino que conduce a la paz. Sigamos rezando por el martirizado pueblo ucraniano.

Y sigamos estando cerca de las víctimas del terremoto de Turquía y Siria. A ellos está destinada la colecta especial que se realiza hoy en todas las parroquias de Italia. Recemos también por la población del estado de Misisipi afectada por un tornado devastador.

Les saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos de muchos países, especialmente a los de Madrid y Pamplona y a los mexicanos; así como los peruanos, renovando la oración por la reconciliación y la paz en Perú. Hay que rezar por el Perú que está sufriendo tanto.

Saludo a los fieles de Zollino, Rieti, Azzano Mella y Capriano del Colle, Bellizzi, Crotone y Castelnovo Monti con el UNITALSI; y saludo a los confirmandos de Pavía, Melendugno, Cavaion y Sega, Settignano y Prato; a los muchachos de Ganzanigo, Acilia y Longi; y a la Asociación Amigos del Crucifijo de las Marcas.

Dirijo un saludo especial a la delegación de la Aeronáutica Militar Italiana, que celebra el centenario de su fundación. Expreso mis mejores deseos para este aniversario y les animo a trabajar siempre por la construcción de la justicia y la paz.

Rezo por todos ustedes y háganlo por mí. Y les deseo a todos un feliz domingo. ¡Buen almuerzo y adiós!